IZQUIERDA UNIDA DE  CASTILLA LA MANCHA


 

DOS MESES ENTRE EL CHAPAPOTE DEL NEOLIBERALISMO 

Un petrolero monocasco, construido en Japón en 1976, de 240 metros de eslora y 81.574 toneladas, con 70.000 toneladas de fuel en sus tripas, navegando bajo bandera de conveniencia con una tripulación de 27 marineros, algunos de ellos de 16 años de edad, de tres nacionalidades diferentes, sin experiencia y con contratos en precario, se rompía hace dos meses bajo olas de nueve metros, hundiéndose al cabo de seis días después de que hubiera navegado sin rumbo 437 kilómetros.

A pesar del enorme número de petroleros que navegan frente a Galicia y de que siete de las últimas doce catástrofes marítimas ocurridas en Europa hayan sucedido en las costas gallegas, no existía infraestructura adecuada para acometer las consecuencias que se avecinaban. A un Estado debilitado por los “cantos de sirena” del déficit cero, y a unos servicios públicos de rescate marítimo privatizados, se les unía la incompetencia, ineptitud y apatía de los gobiernos, cuando no alguna acción que bajo oscuros intereses rayaba la legalidad penal.

Los más rancios ingredientes del neoliberalismo se han unido para provocar el hundimiento del “Prestige”. Esta catástrofe no ha sido ocasionada por un hecho natural, sino que nos refleja la auténtica cara del neoliberalismo.

Cuando algunos políticos como Fraga manifestaban que “con la ayuda de Dios se solucionará todo”, era la sociedad civil la que tomaba las riendas. Quitaba el chapapote con las manos desnudas, con artilugios caseros creados por la gente de la mar y una avalancha de voluntarios, jóvenes en su inmensa mayoría, suplían la ineptitud de los responsables políticos. Posteriormente, la derecha quiso lavarse las manchas canalizando esta respuesta civil pagando autobuses para enviar a los jóvenes a lugares en donde no se había previsto la coordinación de su trabajo ni garantizado la seguridad de su salud.

Lo que sí ha quedado evidente una vez más es la solidaridad del pueblo español, que debería tener su reflejo en un Estado solidario que fuera capaz de dar una solución eficaz, ya que exclusivamente el voluntarismo, a pesar del esfuerzo, no se ve correspondido con los resultados. Los gobiernos deben tener previstos los mecanismos para protegernos a la mayoría de los desastres que otros provocan.

La desgracia se ha abatido sobre Galicia y las costas cantábricas. Las subvenciones servirán como ayuda de supervivencia, pero no para diseñar un futuro y un proyecto de vida. El impacto sobre el medio ambiente se mantendrá durante años.

Y todo como consecuencia de un modelo de desarrollo perfilado por el neoliberalismo, en donde los beneficios económicos de unos pocos, de los dueños del planeta, de las multinacionales, pisotean el sustento de vida de los trabajadores.

Porque esta catástrofe no va a afectar a todos. Sólo perderán los pescadores y los mariscadores y los miles de trabajadores que se mueven en su entorno. Los que se han enriquecido transportando material peligroso en un cascarón no perderán nada, y lo sabían. El seguro pagará el barco, y las compañías de seguro que obtienen multimillonarios beneficios los seguirán teniendo, resarciéndose de las pérdidas con el aumento de las primas de las pólizas que la mayoría pagamos. El Consorcio de petróleo, radicado en Londres, pagará una parte del daño que ha ocasionado la actividad petrolera, que a su vez la recuperará con la correspondiente subida del precio de los carburantes. En definitiva, los trabajadores y trabajadoras soportarán las consecuencias y al mismo tiempo seremos los que pagaremos las escasas ayudas que recibamos, incluidas las ayudas estatales y europeas que financiamos a través de unos impuestos cada vez menos progresivos. Nosotros, los trabajadores, somos los que pagamos la basura que otros generan para enriquecerse.

Este es el modelo que la globalización capitalista nos ha preparado, y por ello debemos gritar: NUNCA MAIS, NUNCA MÁS.

 

Toledo, 13 de enero de 2003

 

Juan Ramón Crespo Aguilar

COORDINADOR PROVINCIAL IU TOLEDO