COMUNICACIÓN |
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IZQUIERDA UNIDA DE CIUDAD REAL |
Seis buenas razones para manifestarse contra la ley de universidades del PP 1
Supone un nuevo impulso al proceso de privatización de la enseñanza
superior y de la investigación universitaria, al facilitar las normas de
creación y puesta en marcha de las universidades privadas e incorporar
automáticamente a los rectores de éstas, con voz y voto, al Consejo de
Coordinación Universitaria. Las
normas para la creación de universidades privadas, la ampliación del
Consejo de Universidades con representantes de las universidades
privadas y el papel que se concede a los Consejos Sociales (generalmente
dominados por los empresarios) acentúan un proceso ya en marcha,
derivado del déficit de financiación a la docencia y a la investigación
públicas. Manteniéndose
la escasa financiación de las universidades públicas, y dada la
composición de los órganos de decisión a este respecto tanto en las
Comunidades Autónomas como en el Consejo de Coordinación
Universitaria, es fácil deducir de la combinación de esas dos cosas
que la tendencia a la privatización de la enseñanza superior aumentará
tanto en las Comunidades Autónomas como en el conjunto del Estado. Pero
ésta es sólo una vía en el proceso de privatización del sistema
universitario, que no depende sólo de las facilidades legislativas y
administrativas sino también de la disponibilidad real de empresas y
empresarios para la inversión en enseñanza e investigación que no
produce beneficios económicos inmediatos. Por tanto, hay que prestar
atención a la otra vía de la privatización. El artículo 34 del
Proyecto de Ley facilita la entrada de entidades privadas en los
Institutos Universitarios de Investigación, así como la adscripción
de centros e instituciones privadas a estos mismos Institutos. El
Proyecto de Ley no especifica en ningún momento requisitos y
condiciones para ello. Esto potencia la otra vía a la privatización
parcial de la Universidad pública: se refuerza la posibilidad de
parasitar selectivamente centros e institutos universitarios por
intereses privados. 2
La Ley va a multiplicar
arbitrariamente las pruebas de entrada de los estudiantes a la
universidad pública y acentúa, además, la discrecionalidad de los
criterios para el acceso, lo que hará aumentar las diferencias tanto
entre las universidades como entre los distintos estudios de cada
universidad y limitará la opcionalidad de los estudiantes. Deja
abiertos los criterios de selección para el acceso de los estudiantes a
las universidades privadas, lo que favorecerá un proceso parecido al
que se ha producido y se está produciendo ya en otros niveles de la
enseñanza. Todo
el articulado referente al acceso de los estudiantes a la universidad pública
(arts. 67-79) se mueve en la vaguedad. Hace referencias a un
ordenamiento jurídico o a una normativa básica que no se define (¿reválida?).
(art. 79). Y los procedimientos para la admisión de estudiantes, que es
lo que más puede importar a éstos, quedan al albur de las
universidades y de las CC.AA., sujetos, al parecer, únicamente a la ley
de la oferta y la demanda. 3
La Ley multiplica las categorías de profesorado contratado
con funciones docentes equivalentes en la práctica a las de los
titulares (ayudante, profesor ayudante doctor, profesor colaborador,
profesor contratado doctor, profesor asociado y profesor visitante). De
donde se deduce: a) que va a mantenerse un alto índice de precarización
del profesorado en formación; b) que se alargará considerablemente el
tiempo para acceder a plazas de profesor permanente universitario, y c)
que se complicará todavía más la forma de acceso de los docentes e
investigadores a la titularidad, al estar éstos obligados a pasar
pruebas de habilitación centralizadas y depender luego, para la obtención
de plaza, de los criterios que establezca cada una de las universidades.
La
Ley representa una opción clara en favor de la contratación temporal.
El Anteproyecto contempla una composición de las plantillas de
profesorado en la que los contratados de diferentes tipos alcanzará
casi el 50% del total. En la mayoría de las universidades esto supondrá
un aumento de la precariedad del profesorado no permanente. 4
La nueva Ley supondrá un serio recorte a la democracia
interna en los órganos de gestión de las universidades, al acentuar,
de un lado, el poder de los Rectores en detrimento de los Claustros y al
propugnar, de otro, una excesiva presencia externa (previsiblemente
empresarial) en los Consejos de Gobierno, todo ello en detrimento de la
representación de los estudiantes, del profesorado contratado (en
contradicción con el previsible aumento de su número en las
Universidades) y del personal de administración y servicios. En
este sentido, el art. 36 del Proyecto establece que el Consejo de
Gobierno, constituido por un máximo de 30 personas, tendrá un tercio
de sus miembros designados por el rector entre la parte no académica
del Consejo Social. El art. 38 decreta que al menos el 51% de los
miembros del Claustro serán profesores funcionarios y el 19% procederá
del resto del personal docente e investigador. No se dice nada en ese
apartado de la representación de los estudiantes ni del PAS, pero
limita de entrada la suma de estos dos colectivos al 30%, dejando
abiertas la proporcionalidad de la representación de estudiantes y PAS
a lo que digan los Estatutos de cada una de las Universidades. El art.
42 deja fuera del Consejo de Departamento a los estudiantes y al PAS y
establece que al menos un 70% de sus miembros han de ser doctores. La
tendencia general del Proyecto de Ley a separar muy drásticamente
representación y gestión se concretará, casi con toda seguridad, en
una pérdida de peso específico de los distintos sectores
universitarios en la gestión efectiva de la Universidad, en una
limitación de la función de los actuales Claustros (por lo menos en lo
que hace al control y fiscalización de las políticas rectorales) y en
una presencia consistente de empresarios y gestores en el principal órgano
de poder universitario. Es
un error, al hacer la crítica del Proyecto, poner el acento en que la
elección de los rectores por sufragio universal ponderado va a
significar un eleccionarismo de la Universidad. Eso es lo de menos, porque será un acto
puntual cada cuatro años. Lo de más es que la vía presidencialista
propuesta sugiere de manera populista "democracia directa" (o
sea, que el "pueblo universitario" elija directamente al
Rector) en un acto puntual, para que inmediatamente después ese mismo
"pueblo universitario" se autodisuelva (y quede sin
posibilidad de control y fiscalización del Consejo de Gobierno, o con
dichas posibilidades muy mermadas). 5
No aborda su forma de financiación. Al desvincularse el debate
sobre la nueva ley universitaria de la forma de financiación de la
misma se deja sin voz ni voto a los representantes de la comunidad
universitaria en un asunto que es central para el futuro de los centros
docentes y de investigación, tanto más teniendo en cuenta: 1º que es
la comunidad universitaria la que tendrá que aplicar las medidas
correspondientes bajo la constricción de presupuestos generales que, de
un lado, condicionan la actuación de las comunidades autónomas y, de
otro, sólo dejarán a las universidades espacio autónomo para la
obtención de fondos privados; y 2º que España está muy debajo de lo
que es la media europea en gasto público para la enseñanza superior y
ayudas a las estudiantes. Parece
claro que en este sentido el PP lo tiene claro, al igual que en el resto
de sectores, su política conduce a una progresiva degradación de todo
el sector público, para luego justificar las subvenciones al sector
privado. Sólo hay que ver el espectacular aumento de los centros
privados, desviando el dinero de todos los contribuyentes a manos
privadas, en este caso normalmente religiosas. 6
El PP ha optado una vez más por ejercer como poder absoluto (como
ya hizo con la Ley de
Extranjería) utilizando el rodillo que le confiere su mayoría
absoluta. La gran mayoría de los miembros de la comunidad universitaria
se enteró de las líneas generales del Proyecto a través de los resúmenes
proporcionados por los medios de comunicación. La forma en que la
Ministra de Educación cortó de raíz el debate sobre la LOU cuando éste
apenas se iniciaba en el consejo de universidades y las ofensivas
declaraciones posteriores del presidente del gobierno no auguran nada
bueno sobre el futuro de la universidad pública. En vez de abrir una
controversia razonada, que falta hacía, sobre el acceso a la
universidad, sobre lo que se enseña y cómo enseña y sobre el estado
de la investigación y sobre la mercantilización de la misma, estos
modos de actuar de las autoridades atizan un conflicto latente desde
hace tiempo. En
esas condiciones la pretensión de que el Parlamento apruebe el texto
(con los votos del PP, CC y, tal vez, CiU) en unas pocas semanas es
inaceptable. El procedimiento seguido por el Ministerio en la elaboración
y tramitación de la Ley Universitaria ha sido una burla al debate
democrático y ya eso justifica sin más las protestas de las
asociaciones de estudiantes, de los sindicatos, de los rectores y de la
gran mayoría de la comunidad universitaria. ÁREA DE JUVENTUD DE I.U.
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